domingo, 21 de octubre de 2007

La carrera por los polos


Resulta un poco incomprensible que el Reino Unido pretenda reclamar soberanía sobre parte de la Antártica. Primero, por qué un país que se encuentra al otro lado del mundo se siente con derecho a apropiarse de una superficie marina de cerca de 1.000.000 de kilómetros cuadrados además de todo el Territorio Antártico reclamado por Argentina y parte del reclamado por Chile. Segundo, el Tratado Antártico de 1959, firmado por 12 países, entre ellos Chile, Argentina y el propio Reino Unido, postula la utilización de la Antártica con fines pacíficos y congela cualquier intento de reclamar soberanía. Tercero, cuál es el interés por apropiarse de un lugar tan inhóspito, inadecuado para la vida y carente, en apariencia, de atractivo alguno.
Al otro lado del mundo, en el Ártico, sucede algo similar. Rusia, Dinamarca, EEUU y Canadá luchan por demostrar que tienen derechos soberanos sobre un área declarada internacional y administrada por la Naciones Unidas.
¿Qué persiguen? ¿Existe algo en estos lugares digno de interesar a las potencias mundiales?
La superficie marina que reclama Gran Bretaña es rica en minerales, petróleo y gas, poco factibles de explotar hoy en día desde el punto de vista técnico dada la profundidad en que se encuentran pero que pueden generar réditos millonarios en un futuro próximo, además existen especies marinas en abundancia. En el territorio Ártico que Rusia reclama, por ejemplo, se estima que se encuentra la cuarta parte de las reservas mundiales de hidrocarburos. También se cree que por los deshielos que afectan al Polo Norte, próximamente podría convertirse en un paso navegable que serviría como alternativa al Canal de Suez y Ciudad del Cabo.
Hasta aquí nada nuevo, las potencias mundiales luchando por explotar la mayor cantidad de los recursos naturales del mundo para beneficio propio, y tratando de ejercer soberanía o influencia sobre lugares estratégicos. Pero ahora hay algo nuevo, porque resulta que en la Antártica se encuentra el 80% de las reservas de agua del planeta, un recurso hasta ahora relativamente abundante, pero un recurso no renovable y que irá descendiendo en abundancia hasta hacerse escaso, tal como el petróleo.
Creo que el intento británico es sólo un anticipo de un conflicto que vendrá, la lucha por el agua. Conflicto que irá aumentando la intensidad y agresividad de las potencias por hacerse de los territorios y sus recursos, y donde Chile, lamentablemente, no tiene una posición demasiado favorable. Ojalá no miren los Campos de hielo.

jueves, 4 de octubre de 2007

Algún tiempo atrás (versión Beta)


Así pensaba a los 17 años, cuando las clases de biología del preu se me hacían demasiado tediosas, y me ponía a escribir.
¿Cuál es el precio que hay que pagar para tener una vida digna? ¿Acaso la dignidad no es un derecho básico? Pero resulta que hoy en día, para poseer el más básico de los derechos hay que tener plata, como si la plata otorgara el derecho a la vida. Y esto no deja de ser cierto. Por ejemplo, para comer hay que pagar; para tener acceso a una buena salud hay que pagar, y mucho; para tener un techo hay que pagar; para mantener gente que nos gobierne hay que pagar, haciéndoles sueldos que llegan a ser mucho más altos que la mayoría de los nuestros.
Sobre la base de esto es absolutamente razonable que la gente haga lo que sea para obtener un poco de dinero, después de todo tienen que vivir. Prácticas como la piratería y la prostitución son reprochadas por las autoridades, tachándolas de inmorales. No será que los inmorales y anticristianos son los que se adueñan de gran parte de los bienes, de manera egoísta y ambiciosa, y no les dan la posibilidad a los más pobres de tener una calidad de vida tan buena como la de ellos, recordando que piratas y prostitutas no son gente pudiente y ambiciosa como los que realizan malversación de fondos y estafas varias al estado y las empresas.
Y el asunto llega mucho más lejos, siendo posible que un país como EEUU, cuyo principal lema es la lucha y protección de la libertad, sea capaz de inventar una guerra al puro estilo hollywoodense en la que existía un villano llamado Saddam Hussein (algo que por cierto, no escapa de la realidad), el cual se convirtió en una amenaza para la paz mundial ya que poseía armas químicas y biológicas. Por esta razón no existía otra solución mas que hacerle la guerra y derrocarlo, para que el mundo esté libre de la tiranía y el terrorismo. Lindo discurso para un niño de tres años, pero basta tener dos dedos de frente para darse cuenta que el único fin de esta guerra era obtener el control del petróleo de este país, y sacar al país de la recesión económica en la que se encuentra.
¿De verdad vale la pena sacrificar miles de vidas humanas para obtener estabilidad económica? ¿Es justo que nos controlen la vida desde que nacemos hasta que morimos solo para salvaguardar la seguridad económica y el poder de unos pocos? ¿Es justo que los países poderosos presionen a los mas pobres con los chantajes de la deuda externa y la ayuda económica para que colaboren con el capitalismo y no caigan en sistemas que no los favorezcan?
Hay que comenzar a cuestionarse de manera urgente donde está el error, en qué estamos fallando y en qué punto de la historia comenzó todo. El hecho es que el dinero hace bastante tiempo que dejó de ser una herramienta útil y comenzó a esclavizarnos poco a poco, hasta llegar a nuestra condición actual, en la que la humanidad es capaz de hacer las atrocidades más grandes por dinero, donde hasta las organizaciones de paz trabajan para el capitalismo, donde las personas que no compartimos con el sistema no tenemos más opción que adaptarnos o morir en la lucha y en la que las personas más religiosas (supuestamente), como la gente de los partidos de derecha, nos enseñan un nuevo mandamiento: “ama al dinero por sobre todas las cosas”.