Podría escribirlo todo, saberlo todo,
hacer un mapa de mi camino a seguir,
conocer cada huella de los pasos que daré.
Podría planear una vida feliz desde el techo más alto,
mirar al mundo moverse lejano desde un trono de plata y oro.
Podría detener el reloj en el instante mas alegre,
olvidar la ruleta, ya no lanzar mas dados.
Entonces tirarme en mi cama a contemplar mi nombre
con la absoluta certeza que no cambiará letra alguna,
alzar las manos al cielo y ya no pedir nada,
encender un cigarro riéndome de su condena incumplida
marcar la fecha en rojo y botar el calendario,
no ver el pronóstico del tiempo ni mirar de reojo la agenda.
Podría escribir mi epitafio y dejar una flor a su lado.